En Surquillo, sentimos la calle como una extensión de nuestras casas. Era común encontrar a las abuelas sentadas en las puertas. Y por ausencia de áreas verdes y parques, los jóvenes tomando las pistas como cancha de fútbol. A veces cerrando las calles, como para que se evidencie la pertenencia. Y las madres que autogestionan actividades en fechas claves, para beneficiar a la infancia de la cuadra, montando juegos inflables y regalándoles una experiencia.

Como el barrio popular que siempre hemos sido, se ha cumplido el rol de ser proveedor de abastos, ferretería, mecánica, carpintería, costura y mano de obra de los propios vecinos y aledaños. Incluso si nos remontamos al gobierno de Velasco, cuando se otorgaban canastas familiares de productos de primera necesidad, mediante distribuidores estratégicos, como vemos en la histórica arquitectura del distrito y en los negocios que continúan vigentes, como la cafetería ubicada actualmente entre el Jr. San Miguel y la Av. Angamos.

Los mercados en Surquillo existen casi desde su fundación (1949), cuando el territorio fue separado de Miraflores, adjudicando en ese momento que el crecimiento de la zona y sus habitantes eran demasiado para la Gerencia Municipal de aquél distrito.

El Mercado N1 de Surquillo (que limita con Miraflores) es fundado en 1939, por Oscar R. Benavides y hoy 2020, se ha convertido en un punto de encuentro de los clásicos caseros, los nuevos emprendimientos ecológicos, turistas y ciudadanos que visitan las diversas ferias que se han ido montando a lo largo del tiempo.

Del mismo modo, distritos limítrofes como: San Isidro, Miraflores, San Borja y Santiago de Surco, también se han dado por bien servidos, a través del tiempo. 

Y lamentablemente, desde mucho antes de la cuarentena, la delincuencia era una característica evidente y lamentable de la zona. Así como las decenas de personas en grave estado de salud mental que vemos durmiendo en las bancas de la gran avenida Angamos o caminando se mi desnudos por las calles, a cualquier hora del día. Alcohólicos y consumidores de pasta básica de cocaína que pululan por las calles, incluso ahora en cuarentena, sirviéndose alcohol de 96 en botellas de gaseosa, en busca de pasar este mal rato que pone ansioso al planeta entero.

Sin embargo, existen también muchas personas que han superado los violentos referentes zonales y han logrado desarrollarse como comerciantes o profesionales en diferentes rubros. 

Los comerciantes han hecho de la venta de alimentos una actividad también icónica. Así, muchas veces son las mismas familias quienes deciden transformar la sala de su casa, para trabajar. Incluso, hoy podemos ver cómo se van mutando los antiguos negocios y cómo van surgiendo orgánicamente otros nuevos en las puertas.

Considerando la pandemia, me pregunto ¿se habrán informado estos sobre las políticas de atención en esta crisis? ¿Estará la gran mayoría familiarizada con protocolos de seguridad? ¿Lo sentirán como su prioridad?

EL MERCADO SAN FELIPE

Además, sucede que el Mercado más visitado por los vecinos surquillanos (para el consumo familiar y los negocios), por ser el más económico, es “El Mercado San Felipe” y hoy está en peligro de convertirse en un foco masivo de contagio del COVID - 19. Gracias a una oportuna visita del Ministerio de Salud, se encontró que el 40% de los comerciantes dieron positivo a las pruebas rápidas. La Municipalidad propone hacer pico y placa para los caseros, además de verificar el uso de guantes y mascarillas. Incluso, montar la venta de frutas de productores en las instalaciones del estadio. Todas las acciones bajo el respaldo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional. 

Entonces, si la pandemia se originó en el mercado de Wuhan (China), como hemos visto hasta el cansancio en las noticias, pueblo que incluso retomó sus costumbres originarias, al finalizar la cuarentena en ese país. En el caso de Surquillo, surge la interrogante sobre la aletargada y poco realista reacción por parte de las autoridades en atacar el problema de raíz: la cultura de los habitantes.

¿Por qué las autoridades del distrito han reaccionado tan tarde? ¿Pensaron que los comerciantes que trabajan desde siempre iban a cumplir a cabalidad las reglas? ¿Qué aspecto de la cultura del distrito les hizo suponer eso? Si bien es cierto, existimos personas que tratan de cumplir la cuarentena a cabalidad, también es real que no somos la mayoría. Somos un distrito popular, movido por la necesidad de sentirnos bien, de trabajar y de generar dinero que nos permita comer y pagar los servicios.

Actualmente, en la calle donde vivo, la cuadra 6 del Jr. Carmen, son las vecinas quienes van al mercado. Las mismas que se organizan para celebrar a los niños, esta vez lo hacen para limpiar la calle todos los sábados. Dependiendo de la colaboración de los mismos vecinos para los insumos de desinfección y exponiendo su integridad física, con sus propios baldes y escobas, para defender la posibilidad de seguir viviendo y de algún día retomar los días de juego, salsa y libertad, en el espacio público que tanto extrañamos y que actualmente permanece más incierto que nunca.

Pero ¿cómo será lograr que los comerciantes adopten una nueva cultura de orden y limpieza de la noche a la mañana? Incluso que dejen de trabajar y alimentar a sus familias ¿Cuántos comerciantes han padecido cáncer o saben que sufren de asma o diabetes? ¿Cuántos llegan al 30% de masa corporal? O más aún, consierando la gama de nuevos comercios digitales ¿A qué escala podrán adaptarse, en el nuevo escenario? 

Espero que la Municipalidad de Surquillo esté considerando una forma eficiente de comprometer a los vecinos, sopesando los peligros de esta pandemia y la cultura del distrito, junto a todos sus personajes.